CAMBIO
DE GUARDIA
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Ocurre que todo esto no ha
sido un simple fracaso deportivo, sino que ha desembocado en una crisis
institucional que a todos nos parecía perfectamente evitable, al menos en las formas. Desde el mismo momento
que el cabezazo de Pere Milla significaba el impensable ascenso del Elche CF,
la toma de decisiones a nivel management
no ha sido ni la esperada ni la deseable. Quizá sería poco útil, a estas
alturas, hacer un análisis exhaustivo de las causas del fracaso. Ha existido un
poco de todo en los pecados mostrados desde la dirección y el banquillo. Y,
sobre todo, una sensación de que esta dimisión, cese o destitución viene
bastante tarde para los intereses del club franjiverde.
E insistimos, todo en medio de
un vórtex huracanado que apunta
directamente a la persona de Christian Bragarnik, cabeza visible de los
propietarios del club. El tiempo hará que todas las cosas se puedan clarificar.
Pero en las últimas semanas la inacción de Score Club 2019 ha levantado todo
tipo de especulaciones. Muy innecesariamente.
A principios de la temporada, Jorge
Almirón hizo unas declaraciones a la prensa bonaerense en la que se encomendaba
a la media docena de futbolistas argentinos llegados en el mercado estival. Poco
más o menos ensalzaba el ‘gen competitivo’ de los argentinos para poder obtener
un hueco digno en la Primera división española. De alguna manera también eso
pensaba buena parte de la afición ilicitana, entre los que me cuento. Era como
una mezcla dulce pero explosiva de factor sorpresa más una dosis importante de
pelea constante. Muchos pensábamos que eso, sumado a la inercia positiva de los
partidos de ascenso, nos podía catapultar hacia el éxito inmediato. Aquello
solo duró un mes.
Durante los casi cuatro meses
siguientes en la afición del Elche CF solo ha habido zozobra. En estas páginas
hemos sido muy críticos con la actuación del cuerpo técnico que regía al
conjunto ilicitano. En más de medio siglo siguiendo a este equipo, les aseguro
que jamás ví espectáculos tan lamentables de la escuadra de nuestra ciudad. En
ninguna categoría. Incluso algunos resultados medio positivos (Levante,
Villarreal) que se vendieron como grandes éxitos, en estas páginas señalábamos
como actuaciones esperpénticas y poco susceptibles de elogio ninguno. Quizá
desde el banquillo del Martínez Valero no se quiso o no se supo ver.
Almirón se encontró casi sin
quererlo con un esquema de 5-3-2 con carrileros adelantados. Nada nuevo. En
Sudamérica hay algunos equipos grandes que hacen ese dibujo, por ejemplo, el
River Plate de Marcelo Gallardo. Pero esos equipos, aparte de que tienen unos
jugadores para hacerlo, tienen también un fuerte dominio del juego de ataque.
Almirón tardó varios partidos en verlo. Y cuando quiso pasar a un más prudente
4-2-3-1 la distancia entre líneas fue algo insalvable para realizar un juego
mínimamente decente. Con, en adición, graves agujeros defensivos. Todo rezumaba
una sensación deprimente de desorientación.
La insólita gestión (por decirlo de alguna
forma) del mercado de invierno hizo el resto.
El técnico contratado para
intentar mantener la categoría es Fran Escribá, que casi seis años después
vuelve a un equipo al que ya ha dirigido en 125 encuentros oficiales.
Solicitado y deseado por la casi totalidad de la afición, parece la opción más
sensata que estaba disponible para asumir de urgencia la tarea de sacar al
enfermo de la UVI en la que se encuentra hace ya muchas semanas.
Escribá asume así una misión
casi imposible y me imagino que tendrá estudiadas las opciones tácticas que
pueden dar algún resultado positivo en el equipo. El recuerdo que tenemos del
entrenador valenciano es que es un hombre amante de disciplinas y rigores
defensivos, pero menos holgado en sistemas de ataque. Pero dado que esto último
era inexistente en la etapa Almirón, a poco que restaure orden y equilibrio de
centro campo hacia arriba ya será mucho más de lo que se tenía. También se
presupone que su llegada servirá para encender el interruptor de activación de
algunos futbolistas marginados hasta la fecha. Ahora la guardia pretoriana es
todo el equipo, empezando por el propio banquillo.
Pero donde más se espera de
Fran Escribá es en su influencia en la parte anímica del grupo. En el mundo
actual, cuando se piensa que un deportista no solamente es un recurso sino que
además es una persona que interacciona con sus compañeros, la importancia del
gestor emocional es sumamente decisiva. Más en una situación de hartazgo y caos
mental que parece ser la dominante ahora mismo en ese vestuario. Será vital que
el nuevo cuerpo técnico derribe inmediatamente cualquier atisbo de desmotivación
y entre en una dinámica de sumar. Y si es exponencialmente mucho mejor. Pacheta
vivió de eso y le fue muy bien. Escribá deberá apoyarse en cuantas modalidades
de estímulos colectivos conozca para hacer reaccionar a esa plantilla que
necesita creer. Y crecer a partir de esa
fe.
No podemos dejar de señalar
otro aspecto más que importante: con Escribá nos llega un hincha más del Elche.
Y eso, a nivel identitario, es un tema muy capital. En su anterior etapa se
consiguió una íntima identificación entre técnico y aficionados. No solo por el
hecho de conseguir un ascenso y dos permanencias, sino porque, incluidas
variables personales, Fran demostró ser buena persona, un caballero en esto del
deporte. Y ese tipo de cosas anidan de buen grado en la memoria colectiva.
Incluso en la parte fonética del enunciado ‘el Elche de Fran Escribá’ será para
el exterior más Elche CF que ‘el Elche de Jorge Almirón’. Mucho más
reconocible.
La competición en este momento
está partida. Los últimos ocho equipos de la tabla clasificatoria en sus
últimos 5 partidos solo han conseguido entre todos 3 victorias. (Valencia
contra Elche; Alavés y Huesca sobre Valladolid). 3 sobre 40 partidos. Un
paupérrimo 7.5%. Qué quiere decir esto? Dos cosas: que anotar puntos cuesta
mucho y cada pelota será vital para ello; y que el torneo del descenso está
abierto y se puede (y se debe) luchar a muerte por conseguir no caer en él.
En definitiva, es momento para
coger aire.
JP
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