IMAGEN
ESPERANZADORA
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Es lo que tiene jugar frente
al Real Madrid, un equipo tocado por la varita mágica de siempre golpear en los
últimos momentos. Aúnan calidad y además fortuna (cuando no alguna cosa más
irregular). Forzosamente me ha hecho recordar el partido disputado en enero del
89, mi primera visita al Santiago Bernabeu, cuando un doblete de Hugo Sánchez
en los últimos minutos nos hizo hincar la rodilla, con un arbitraje infame de
Andújar Oliver. Un partido calcado al de este sábado.
Pero hay algo que enturbia
sobremanera lo ocurrido esta tarde. Y es la pésima gestión de Fran Escribá en
los cambios de última hora. Cuando el Elche más necesitaba tocar y dejar pasar
los minutos, se le ocurre hacer un cambio de miedo y racanería, introduciendo a
dos centrales que trastocan el esquema de un equipo que más o menos estaba
aguantando el lógico empujón de los locales. Lo siento, pero he de censurar
esta acción del entrenador que le ha reportado un muy mal resultado al conjunto.
Esto lo ha de comprender
Escribá: defenderse con la pelota es lo mejor que puede ocurrir a un equipo. Y no
se puede ceder todo el toque de balón al adversario. El desprecio al centro del
campo es un pecado letal. Y el argumento en contra de que la practicidad está
en juego directo y menos toque es completamente falso. Incluso para pretender
mantener un resultado. Es un pecado que Escribá no tiene en cuenta. Para mí es
muy claro. Jugar y combinar, o al menos intentarlo, es siempre mejor. Son ideas
confrontadas y lo malo es que el desenlace ha sido claro.
Fallos defensivos. Nos están persiguiendo toda la temporada. El primer gol viene de un corner muy mal
defendido desde el inicio. El Madrid estaba sacando en corto desde la entrada
de Luca Modric. Raul Guti y Tete Morente lo defendieron con la mirada en ese
centro donde además Lucas Boyé ni vio la pelota llegar a su altura, donde
detrás estaba Benzema. Mucho peor el segundo gol que nace de una pérdida tonta
de Johan Mojica, que hoy ha estado desconocido. Es urgente determinar la forma
de defender y proponerse dejar a cero la portería de una vez. Son una pesadilla
esos errores en cadena que continuamente cuestan goles y puntos.
Y no nos debemos confundir,
esto ha sido una derrota más. Por muy esperada que haya sido. Y por mucho
mérito que haya tenido el partido que ha realizado en conjunto nuestro equipo.
Quizá la decepción es mayor por la forma en que se ha producido. En un partido
bastante plano por parte de todos.
Y es la historia de un futbol
que se vuelve perpetuamente en castigo para esfuerzos en balde. La competición
de élite exige una conceptuación de voluntades que no concede espacio para pensar en
pequeño, para tener mentalidad de equipo humilde. Si se pretende disputar cada
punto en juego, se tendrá que mentalizar en que se puede, y sobre todo se debe, ganar siempre. Lo contrario
conduce inexorablemente a la derrota. Y, por cierto, es vergonzoso como la prensa de Madrid destaca un posible penalty a favor de los locales totalmente inventado y no se dice nada por otro sobre Carrillo que para mí sí lo fue. Estamos acostumbrados a estas cosas.
En definitiva, sensaciones
positivas, aunque contradictorias. Un enfado horrible por la forma en que se
han escapado los puntos. Fran Escribá tiene un fuerte componente de culpa hoy en
el desenlace final. Mala suerte. Pero ya lo sabemos: hay que ayudar a la
suerte.
JP
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