EL
MEJOR PARTIDO DE LA HISTORIA DEL ELCHE CF
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Historias de los Elche CF –
RCD Español
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La subjetividad es el concepto
básico de ese deporte llamado fútbol. Se suele decir que la suma de muchas
subjetividades suele deparar una objetividad. Podría ser. En el caso que nos
ocupa, yo dispongo de un parámetro que intentaría servir para decidirme a
designar el partido que jugaron Elche CF y RCD Español (entonces se llamaba
así, todavía no había catalanizado el nombre) el domingo 27 febrero 1977.
Un
partido y una fecha para mí inolvidables. Era mi primera temporada de socio y
abonado del Elche, la primera temporada del Nuevo Estadio (todavía no era el
Martínez Valero). Y solía acudir, eran tiempos muy juveniles para mí,
acompañado de mi tío. Mi tío llevaba como socio del Elche desde los años 50. Y
era una persona que en la época gloriosa no solo asistía a los partidos de
casa, sino también a la mayoría de los de fuera. Madrid, Barcelona, Málaga,
Córdoba, Sevilla…eran sitios donde él, normalmente acompañado de mi padre, no
se perdía los partidos del Elche. Porque habría que recordar que en ese entonces
no había TV para el Elche casi nunca. Y aquí viene mi parámetro para medir. Una
vez acabó aquel partido referido, mi tío me aseguró vehementemente que ese, sin
duda, había sido el mejor encuentro que había vivido del Elche CF. Me refirió
algún otro memorable, como la célebre victoria contra el Sevilla por 8-0, como
un empate a 3 con el Barça en el Nou Camp, como el día del debut de Voglino y
Rubén Cano 1-0 contra At. Madrid. Incluso de un partido contra el Jaen el año
del primer ascenso, 4-1, que situó al Elche en disposición de subir…. Todos sus
recuerdos se sublimaron aquella tarde de febrero del 77. Obviamente, mi caudal
futbolístico no era copioso en ese entonces, pero, con la perspectiva del
tiempo, no he vuelto a ver un partido del Elche tan espectacular como aquel. Y
les aseguro que sí me he visto, sumando presencial más televisivamente
prácticamente todos los partidos del equipo franjiverde. Entonces, si para mi
tío, al que yo consideraba experto en futbol, hasta 1977 ese había sido el
mejor partido y para mí, que he seguido toda la posterior trayectoria sigue
siéndolo…pues no me caben dudas: aquel partido es, en sus 100 años de Historia,
el mejor jugado por un equipo representativo de nuestra ciudad de palmeras.
Es muy obvio que este es un
tema de debate. Y que, probablemente, habrá muchos aficionados que tengan en su
recuerdo algún partido como el mejor de nuestro equipo. Ahora que se avecinan
fastos por el Centenario, valdría la pena quizá repasar alguno de esos hitos. Pero
volvamos atrás a esa tarde fría de invierno…..
Porque en aquel estadio
todavía sin terminar, se pasaba mucho frío. Pero la ocasión merecía combatir la
temperatura y el viento. Llegaba uno de los mejores Español de siempre, con
José Emilio Santamaría, más tarde el seleccionador nacional en el Mundial del
82 en España, sentado al banquillo. Un RCD Español ya comandado en el centro
campo por un joven Daniel Solsona y con verdadera pólvora delante, con Rafa
Marañón y un brasileño que estuvo poco tiempo en España, pero que era una
maravilla: Jeremías, un fácil goleador al que llegaron a apodar ‘el Pelé
blanquiazul’. El Español, en la parte alta de la liga, acababa de ser eliminado
en octavos de la UEFA por el Feyenoord holandés y venía de disputar un gran
match contra el At.Madrid en el Vicente Calderón que empataron a 1. Un equipo
en forma.
El Elche del estreno del Nuevo
Estadio quiso que aquel acontecimiento se acompañara con una buena plantilla. Y,
con el dinero que se obtuvo del traspaso de Rubén Cano, se acometió la llegada
de tres argentinos de gran nivel: Mario Finarolli, goleador que venía de Vélez
Sarsfield, Roberto Orellana, extremo proveniente de Chacarita Juniors y, sobre
todo, Marcelo Antonio Trobbiani, que a sus 21 años ya había sido internacional
absoluto con Argentina y recién acababa de ganar el Campeonato Metropolitano
con Boca Juniors. Trobbiani llegó a Elche con una fama exultante, a pesar de su
juventud. Centrocampista ofensivo, lo que hoy tal vez llamaríamos ‘enganche’,
destacaba principalmente por su extraordinario dominio del balón y su regate
fácil y de fantasía. Era muy difícil quitarle la pelota a este hombre. Además,
al contrario que la mayoría de sudamericanos por entonces jugando en Europa,
era extremadamente rápido. Diríamos, salvando las distancias, una especie de
‘precursor’ de Maradona.
Sin embargo, al Elche de aquel
año, entrenado por primera de sus cinco veces en franjiverde, por otro
argentino, Felipe Mesones, le estaba costando la lucha en la liga española
debido a su irregularidad al principio. Con todo, en esa jornada 24, el Elche
está cómodamente instalado en media tabla y parece que el técnico ya había
encontrado un once-tipo que esa tarde se demostró perfectamente conjuntado.
Justo ese miércoles había disputado un partido de Copa en Girona, entonces en
3ª, con un discreto empate sin goles.
Goles que se dejaron para el
domingo, porque nada más empezar vino el primero, cómo no de Mario Finarolli.
Finarolli que, además, se había nacionalizado español días atrás. Gran
internada de Gómez Voglino para centrar al corazón del área donde Finarolli
anotaría de un soberbio cabezazo. El Español quiso reaccionar pero se topaba con una retaguardia liderada por Jorge Dominichi, un verdadero kaiser, y por la solvencia
de Jaime Serras. Pero el Elche CF mantenía su carrusel de combinaciones y
desbordes. Todo eso gracias a una línea de medio campo que funcionaba como una
máquina perfecta: Montero-Voglino-Trobbiani. Un Aníbal Montero que abarcaba
gran superficie de terreno y parecía gozar de siete pulmones, un Trobbiani que
se movía a discreción por todas las posiciones detrás de la delantera y un Juan
Antonio Gómez Voglino que dictaba a su voluntad el ritmo del juego. Con Romero
y Leguía, el mejor medio centro que ha vestido la elástica ilicitana.
Pero si existe un momento
inolvidable, de esos que por años que pasen es imposible de apartar de la
memoria, es uno que se dio justo a las cinco y media de aquella tarde y en el
que el tiempo pareció detenerse bajo el cielo gris de aquel final de invierno en Elche.
Una rápida contra de los catalanes es culminada por Daniel Solsona que eleva
una letal vaselina sobre la media salida del guardameta local, el cartagenero
Emilio ‘Bobby’ Esteban. La pelota ya había superado al portero y se cantaba el
empate. Pero, nadie sabe cómo, un escorzo inesperado hizo que la punta del
guante de Esteban rozara el balón lo suficiente para evitar el gol. El público,
frotándose los ojos de incredulidad, ovacionó a su portero de una forma que
todavía no he vuelto a ver en el estadio ilicitano. Un auténtico portento.
El segundo gol, de nuevo
Finarolli al inicio de la segunda parte, dio la señal de inicio al verdadero
festival de juego franjiverde. Y aunque el Español redujo distancias con gol
del citado Jeremías, de nuevo Finarolli de cabeza completaba su espléndido
hat-trick. En la recta final del partido, una jugada de Trobbiani, que hoy
denominaríamos como ‘a lo Messi’, sorteando cuantos contrarios le salían al
paso dejó completamente solo a Cristo, que redondeaba el 4-1 definitivo. El
Español parecía un muñeco en manos del Elche y realmente el marcador resultó
corto para los méritos de uno y otro equipo. Pueden imaginar que la ovación de
despedida fue de época.
Aquel Elche acabó la temporada
en mitad de tabla, consiguiendo con solvencia la permanencia y el juego
desplegado durante todo el año fue totalmente convincente a la vez que vistoso
y efectivo.
Yo volví a casa como si
estuviera viviendo ese sueño que uno siempre imagina de niño: ver ganar y
golear al equipo de tu pueblo, en ese partido donde todo es perfecto.
JP
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