NUBES
NEGRAS SIN TORMENTA
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El deporte de equipo no se
basa en optimismo o pesimismo, sino más bien en ver las cosas claras y realizar
un análisis realista de la situación. Y ésta, a fecha de hoy, no es otra
diferente a una pobre secuencia de resultados y aún mucho peor de juego. Sin
más. Ocurre que hoy no hubo tormenta sino todo lo contrario, la recompensa de
un punto ante un rival a priori inaccesible. Y eso, en este mundo de realidades
paralelas que hablábamos hace un par de semanas, es un muy buen rédito que se
va a vender como éxito. Y quizá lo sea.
De todas formas, si esto ha de
servir para, ahora sí, ver el vaso medio lleno y empezar a construir desde el
conocimiento de que este camino emprendido no lleva a ningún lado, pues
bienvenido sea. Es ahora el cuerpo técnico el que ha de asumir la misión de
revertir todo el panorama. Sin agobios ni nerviosismo, pero sí con la mente
abierta a reconocer errores y ejecutar un rápido propósito de enmienda. Es
decir, invertir en futbol. En gestión de ataque. Este es el momento para eso,
porque no hay premuras de puntos. O eso parece.
El Elche CF no propone nada.
No hay ni siquiera voluntad de ir hacia adelante. Como que la mejora en labores
defensivas es muy patente, pues a partir de ahí. El Elche juega a que no pase
nada. O al menos que pasen las menos cosas posibles a lo largo de un partido.
Eso significa que la lucha solo pretende aguantar al rival. Ocurre que en este
caso era un rival potente.
Pero el Villarreal CF parece
que continuaba perdido en el aeropuerto de Estambul como le pasó anteayer. No
ha tenido ninguna frescura. Y como que el Elche juega a contagiar (lamento este
verbo tan tristemente de moda hoy en día) su velocidad de buey perezoso… hay
veces que lo consigue. Como hoy. Y el hecho es que los jugadores hacen un
esfuerzo tan prolijo que realmente merecen cosechar algún premio
clasificatorio. Y siguen sin perder. El que le hayan concedido a Ivan Marcone
el distintivo de ‘Rey del partido’ por parte de un patrocinador no es en absoluto
fruto del azar.
Porque este partido se ha
jugado como ha querido el ex xeneize. El marca las pulsaciones de lo que debe
ser el tránsito y el desarrollo de cada jugada. Y eso, en días donde la
delantera rival no tiene claridad es puro oro. El punto conseguido tiene una
explicación meridiana por ese concepto.
Porque en el debe siguen los
pecados habituales. Hasta 22 pelotas salieron de la defensa ilicitana sin
destino. Bueno, el destino era presumiblemente que Pere Milla controlara. Pero
esos pases a su parietal tienen exactamente 0 éxitos. No es de extrañar que la
posesión sea tan elevada para el equipo rival, si siempre existe esa gran
cantidad de balones regalados.
No merece mucho comentario la
táctica de Almirón que ha habido momentos en que teníamos un elocuente 6-3-1.
Aunque luego Fidel Chaves, estrenando labores de interior, con buena movilidad,
adecentaba algo el esquema. La única táctica del amigo Jorge Almirón es todos
atrás e intentar robar alguna y correr. Pero claro, eso es un optimismo casi
infantil. Mientras, si se puede aguantar pues… nada, a encontrar ese punto que
puede valer. Eso sí, si nos preguntamos si Asenjo ha estado en el campo, pues
cuesta acaso recordarlo. Insisto, esto es una lectura de realidades paralelas
que cada cual interpretará a su manera.
El Elche juega con la
mentalidad de aquel que va a salir a la calle, ve todo el cielo lleno de nubes
negras y relámpagos en la distancia y piensa ‘hoy no cojo el paraguas, total nunca
llueve’. Y esas nubes negras tardan en romper en convertirse en tormenta, Al
menos 90 minutos. Como hoy. En definitiva, buen trabajo defensivo. Pero nada
más. (Vis optimista)
Por cierto, ya tengo la
respuesta apropiada al asunto de los cambios. Es tan grande la concentración
defensiva que requiere el juego de Almirón, que hacer cualquier modificación
tiene un alto riesgo de romper esa concentración y, por tanto, estropear el
objetivo. Por el camino, alguna tontería tipo la amarilla para el bueno del
delegado del Elche. Riesgos de alguna gota de lluvia suelta.
RV
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