GOLPE
A GOLPE
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El Elche se resistió a perder
esta tarde en el Martínez Valero frente a Osasuna. En un partido siempre cuesta
arriba, por fin Almirón (o debemos decir Jesús Muñoz?) se dio cuenta que sin
asumir riesgos no se consigue nada en la 1ª División este año. Y por momentos
pareció que en la segunda parte el juego del equipo ilicitano adquiría sentido,
porque lo que habíamos visto en la primera parte era poco menos que desastroso.
Debemos apresurarnos a decir
que este Elche de Almirón ofrece todas las dudas posibles. Su plan 4-1-4-1 ya
se ha demostrado que no sirve para nada. Por muchas razones, pero fundamentalmente
por una: quién demonios crea juego en este equipo con lo que hemos comprobado
estos dos últimos meses? Nadie. Si tenemos en cuenta que la teórica línea de
cuatro estaba formada por Josán-Morente-Fidel-Rigoni, vemos que ninguno de
estos jugadores son distribuidores de juego. Incluso cuando Fidel lo intenta no
es suficiente. Todos son receptores de juego que cuando les llega la pelota
intentan hacer jugada individual. Pero detrás no hay nadie.
Señalemos algo que se ha visto
meridianamente claro en la primera parte. Los auténticos distribuidores de
balón son, por eliminación, Iván Marcone y Gonzalo Verdú. Co todo mi cariño
para ambos, por este canal no se progresa nada. Marcone es un buen stopper y punto. Ya se vio cómo mejoró
en la segunda parte por la mera presencia junto a él de Víctor Rodríguez. En
cuanto a Gonzalo, no quiero ser duro con él, es un lastre si tiene que ser él
quien saque la pelota. Lentísimo y sin visión de juego. Encima pierde un salto
en el centro del campo tontamente en el segundo gol. Puede valer para otras
cosas, pero el tándem Marcone-Verdú no puede ser el encargado de generar juego
en este equipo.
Un equipo al que le cogen la espalda en defensa con una facilidad pasmosa. Lo de Calvo en el primer gol es de pena, no menos pena que lo de Barragán. Ni Calvo hizo falta en el primer gol por evitar tarjeta ni Verdú hizo lo propio en el segundo. Hay que saber cuándo es preciso hacer falta y no ser una defensa tan blanda. Ya dije en estas mismas páginas que tanto elogio defensivo en partidos anteriores eran muy gratuitos. Y no creo que se trate solo de nombres.
En la segunda parte, por fin,
vimos a los dos marginados tontamente en este equipo, Víctor Rodríguez y Nino. Entre
ambos tienen más fútbol en sus botas que todo el once de la primera mitad. Y se
notó algo. Rigoni a la derecha y Fidel a la izquierda. Extremos, señor Almirón,
extremos que busquen pasillos para atacar. Así vinieron los dos goles del
equipo. Luego, acumular enganches, con Nino y Fidel, con los tres argentinos
delante. Bueno, es arriesgado. Pero no salió del todo mal. Y, señores, prefiero
mil veces asumir riesgos que vivir enlatados e igual de expuestos a que nos
hagan ocasiones de gol. Además, era demasiado cambio pasar de equipo inoperante
a equipo arrollador en ataque. Eso no solo se hace con tres cambios a mitad de
partido.
Porque viendo los jugadores
por parejas, se ve claramente lo que ocurre: Barragán y Josan no suman. No son
capaces de desarrollar combinaciones que entrañen peligro. Juan Sánchez Miño,
pues cuando vuelva a ser Juan Sánchez Miño podremos decir algo coherente sobre
él. Porque de momento se engarza en intentar solucionarse la vida con regates
improcedentes. Lo mismo podríamos hablar de Morente, perdido entre intentar
casar con Josan e intentar casar con Boyé. Nada de nada. Lo del dúo
Marcone-Verdú ya está suficientemente explicado, aunque me gustaría insistir en
el tema. Nunca más.
El Elche de la segunda parte
es un equipo que vale la pena…si tuviera las coberturas precisas. Un equipo que
lleva siete u ocho partidos jugando a destruir solamente pues obvio que tiene
dificultades para ir adelante. Juegue a la desesperada desde el primer minuto
de partido, señor entrenador. Lo visto en Madrid y esta tarde acreditan tal
concepto. Respondiendo con determinación. Golpe a golpe. No quedándose
timoratamente a la espera de que ocurra algo jugando andando. O con todo el
equipo parado. Respondiendo golpes, como esta segunda parte. Con Víctor Rodríguez
dirigiendo el tráfico.
Hubiera sido demasiado bonito
que el remate de Milla en el descuento a centro de Fidel Chaves hubiera acabado
en el gol de la victoria. Mala suerte, no pudo ser. Hubiera sido el verso a
verso del poema de Machado.
MB
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