PRINCIPIOS
DE RAZON SUFICIENTE
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Leibniz juega en el Elche CF.
A este gran filósofo alemán de finales del s.XVII se le conoce por muchos
motivos y entre ellos por elaborar el Principio de
razón suficiente, que podríamos resumir enunciando que las cosas que
ocurren, ocurren por algo. Y todo lo que ocurrió con el Elche, básicamente en
la primera parte, realmente ocurrió por algo. Por algo deseado, obviamente. Y esto enlaza
directamente con lo que hablábamos la semana pasada del partido en Mendizorroza
sobre el caos ordenado que argumentó el equipo blanquiverde. Porque ese caos,
gestado en bandas, es el que de nuevo ha hecho al Valencia CF ir absolutamente
perdido en esa primera mitad. De nuevo. Y no solo se trata de la presencia, hoy
excelsa, de Josan y Fidel como amenaza desde la profundidad. Es esa presión que
Iván Marcone y Raul Guti elevan al
máximo, la que añade conceptos de imposible resolución para el rival. De ahí
que el Elche apareciera como aluvión de puñales afilados provocando un caos
desde donde poder materializar objetivos. Queridos y deseados.
En pocas palabras: el Valencia
no se había dado ni por apercibido y ya perdía por 2-0. Y no sabían el motivo
exacto. Pero en los esquemas de Almirón eso estaba clarísimo: presionar, robar
y circular. Como además, la gestión del tráfico en zona tres cuartos se
precipitaba siempre con mayoría de elementos blanquiverdes, capitalizar la
persecución del balón solo era cuestión de tiempo. El segundo gol es una
auténtica delicia de manual de presión alta. Que los protagonistas de los goles
hayan sido los dos inventos del técnico como carrileros de nuevo cuño este año,
es una prueba más de lo que decíamos al comienzo: todo ocurre por algo.
Incidiendo en el empeoramiento
de la segunda parte y reconociendo que el marcador también empujaba al rival,
me cabe la duda de una cierta falta de creatividad. Es, sin embargo, algo a
destacar en este sentido que tanto Marcone como Guti ya mandan. Lo vimos el
domingo pasado con el argentino, que pide la pelota, la busca, la pone en circulación;
pero también el aragonés empieza a responder a las expectativas depositadas en
él y a asumir algunas de las tareas básicas de posesión del balón que debe
hacer en este equipo. Es por ahí donde esa creatividad debería adquirir rostro.
Me da la impresión que en esa zona falta un hombre que alivie de esfuerzos a
nuestros dos volantes. Pero esa cuadratura de círculo obligaría a que la
ecuación defensiva perdiera alguna constante y necesitara otros coeficientes.
Con el flujo de resultados en tiempo ganador sería una decisión arriesgada.
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