DOS LEYENDAS EN LOS BANQUILLOS

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Elche CF en Sevilla (Benito Villamarín)

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Las visitas del Elche CF a la Avenida de la Palmera de Sevilla últimamente han sido muy exitosas, principalmente en 2ª división. Para los encuentros de 1ª, sin embargo, el palmarés es bastante peor. De un total de 21 visitas en liga el Elche ha ganado 5 veces y empatado otras 5. En 1ª división, el balance es de 2 victorias, 4 empates y 9 derrotas. Y aunque el recuerdo del último match es muy bueno, hay un partido que destaca sobre el resto: el de la temporada 1967/68, jugado 15 octubre del 67. Ese día el Betis ganó 1-0. Pero el resultado casi es lo de menos.



Lo noticiable estaba en el duelo en los banquillos. Por el Elche CF aquel era el quinto partido de Alfredo Di Stefano, en su primera temporada como entrenador. Y por el Betis… César Rodríguez. Tras dejar el Elche, César había desarrollado su carrera de entrenador primero en Zaragoza, luego en el Barcelona.; Mallorca y Celta después. Sin ser mala, dicha carrera parecía ir de más a menos y buscaba un giro de redención en el Betis, recién ascendido. Los años mágicos con el Elche habían sido una efervescencia que no continuó del todo en sus siguientes ocupaciones. Tal hecho ahondaba en la creencia, siempre en debate, de que una cosa era jugar dentro de la cancha y otra bien diferente dirigir al grupo desde el banquillo. La línea profesional de Di Stefano, por su parte, se encontraba justo donde había comenzado César diez años atrás.

Pero lo realmente trascendente es que aquel cotejo de octubre del 67 en Sevilla poseía un fuerte atractivo por el choque de símbolos. César Rodríguez, uno de los jugadores dominantes en la década después de la guerra; Di Stefano protagonista absolutamente triunfador en la liga española en la siguiente década. Y, de todos reconocido, el leonés como gran símbolo del Barcelona; el argentino, emblema y estandarte del R. Madrid. Solo se vieron las caras en dos ocasiones como jugadores, repartiéndose las victorias. Este del que hablamos del Benito Villamarín seria su único enfrentamiento como entrenadores.


El Elche jugó aquel partido bastante a la defensiva. Los béticos marcaron pronto, y la reacción del Elche fue tardía e insuficiente. Dos grandes figuras por los franjiverdes aquella tarde: el belga Fernand Goywaerts y el que llamaban por todos lados ‘el motor’ del Elche, Lico. Aquella fue la última temporada de Lico en el Elche CF, antes de marcharse al Español. Todos conocemos la carrera del de Rafal, una persona siempre presta a servir al club ilicitano. Algún día habrá que valorarlo como se merece.

 

No les fue bien en esa temporada a estas dos figuras insignes de nuestro fútbol. El ‘Pelucas’ fue cesado en el Betis dos semanas después de este partido, tras una derrota en casa contra el Pontevedra y ser colistas. Di Stefano se marchó justo al final de la primera vuelta, también con el Elche CF siendo último de la tabla, en medio de una crisis en el club que se solucionó con la dimisión como presidente de Manuel Martínez Valero y la vuelta de Pepe Esquitino. Este último trajo para sacar al equipo de esa mala dinámica a Ferdinand Daucik, uno de los entrenadores con mejor prestigio y que había dirigido a varios equipos en España, obteniendo 3 ligas y 6 copas. El cambio de técnico surtió un efecto inmediato y permitió enderezar el rumbo y llegar al final de liga sin apuros. No así el Betis, que perdería la categoría, con el irónico consuelo de, pese a eso, quedar por delante del Sevilla que también se iría a 2ª división ese curso.



César Rodríguez entrenaría al Hércules dos años más tarde, con los alicantinos en 3ª división. Le tocó enfrentarse y perder en eliminatoria de promoción para la categoría de plata con el histórico CD Ilicitano de los Poyoyo, Esteban, Bonet, etc.  El semanario ‘Elche’ publicó vísperas del primer partido de la eliminatoria un titular contundente y premonitorio: Ave Caesar, morituri te salutant.


 

Y permítanme una licencia anecdótica de tipo personal. Por el mes de abril de aquel 1968, siendo yo un niño muy tierno, tuve un accidente que derivó en una fea herida en el cráneo. Fui a consulta con uno de los pocos médicos especialistas que teníamos entonces en Elche, don Teodoro Rojas. Estaba en la sala de espera con mi madre cuando de repente entran unos señores, uno de ellos con un aparatoso vendaje en el rostro. Cuál fue mi enorme sorpresa, en mi inocencia de niño de primaria, al darme cuenta de que los que acababan de entrar en aquella sala eran Ferdinand Daucik (con sus habituales gabardina y sombrero), Vavá, Pazos y Lico, que era el del vendaje. Lico había sufrido una rotura del tabique nasal en un partido contra el Málaga y pasaba revisión con el Dr. Rojas como yo.

Ese día descubrí que los futbolistas de esos cromos que coleccionaba con tanto entusiasmo realmente existían, tenían vida de verdad. 


JP

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